Para mí es un logro increíble por varios motivos. 1) Por el simple hecho de haber publicado ya no un libro, ¡sino unos cuantos! Además, 100 x 100 caseros, con mi sello personal y un currazo del copón detrás. 2) Todas esas aventuras vividas y enseñanzas de las que hablaba han quedado inmortalizadas para siempre en papel. Nadie –ni yo mismo– podrá negarme que esos episodios y personas existieron, y cuando en plena senectud un día vea alguna de estas reliquias me embargará una emoción que puedo sentir ya. 3) La transmisión, que lo lean otros. Uno de los fines originales de publicarlos era –y sigue siendo– animar a otros a viajar por el mundo. Incluso con sus perros, como el objetivo inicial de este blog, y/o a países estigmatizados desde Occidente. Si alguien lee el millón y medio de muestras de hospitalidad con que nos obsequiaron en Irán o Pakistán estoy seguro de que los incluirá en su lista de países prioritarios. En cualquier caso, podré haber transmitido a alguien lo que yo viví, que no es poco.