Bolivia amazónica, itinerario
Actualizado: 29 ago 2023
La Bolivia verde, la de los ritmos selváticos, no es tan visitada ni conocida como su prima, la andina. Y muy mal hecho, pues es la otra cara de la moneda que uno no debe perderse para conocer este país de dos mundos tan diferentes. No solo los paisajes son distintos, las gentes y su cultura van a juego con la selva: la forma de hablar e interactuar, las costumbres, vestimenta, comidas y bebidas... Todo cambia en esta parte amazónica. El solo hecho de venir, aunque sea un par de días, habrá valido la pena para descubrir esta otra realidad del país. Aunque el territorio boliviano de selva es enorme y cuenta con decenas de lugares asombrosos, en este espacio nos vamos a ceñir a esta ruta específica, donde destacan:
Los Hervores, Aguas Calientes (Roboré)
Santa Cruz de la Sierra
Samaipata
Trinidad, San Ignacio de Moxos y San Borja
Rurrenabaque y Parque Nacional Madidi
Reserva Santa Rosa de Yacuma (Pampas)
Guayaramerín
Nota. La infraestructura a nivel de transporte no es muy buena en gran parte de la ruta, pero eso es precisamente uno de los elementos vitales de esta aventura.
LOS HERVORES, AGUAS CALIENTES (ROBORÉ)
Este pequeño oasis, remoto y poco conocido (por ahora), es un lujo. Un río de aguas termales (origen volcánico) y, según muchos, con propiedades curativas, discurre con agua caliente a lo largo de cinco kilómetros en medio de la selva. Ni más ni menos que el río de aguas termales más extenso de Latinoamérica. No hace falta decir más, ven a descubrirlo… Y a bañarte en el paraíso.
SANTA CRUZ DE LA SIERRA
La capital de la selva, Santa Cruz de la Sierra (se ubica justo al final de la Cordillera Oriental), no destaca por su belleza, sino por su caos y por lo grande que es (ciudad más grande de Bolivia). Sin embargo, hay algunos puntos bonitos, como el centro colonial (Plaza 24 de Septiembre y alrededores). Además, es un buen punto base para hacer excursiones a lugares como Samaipata, el Parque Nacional Amboró (sección norte, selvática, desde Bonavista), la Ruta del Che, las Misiones Jesuitas, adentrarse en la selva profunda… O, incluso, poner rumbo a Brasil, hacia el Pantanal. Esto fue lo que hice yo (se puede ir por carretera o en tren). Leer más sobre el Gran Pantanal aquí.
SAMAIPATA
Lugar de confluencia de viajeros, también conocida como Samaitrapa, ofrece diversión, naturaleza y descanso (clima perfecto). En mi caso, tiene un valor aún más especial por haber sido la cuna de mi perra Cocaí. ¡Allí empezó todo! El pueblo, encajonado en un ecosistema tipo yungas (a caballo entre la selva y las montañas) es pequeño, de calles de tierra, con algún que otro mercadillo y una bonita plaza central. Entre los tesoros de sus alrededores tenemos el Parque Nacional Amboró (sección sur, yungas), el Centro Ecológico Cuevas (con preciosas cascadas y flora exuberante; foto de arriba), El Fuerte (yacimiento preincaico)…
Para los que buscan establecerse en un sitio una temporada este es un buen lugar, dado que se pueden encontrar fácilmente pequeños trabajos o voluntariados a cambio de alojamiento y comida, y el lugar incita a ello (de nuevo, buen clima, compañeros viajeros, naturaleza…).
TRINIDAD, SAN IGNACIO DE MOXOS Y SAN BORJA
Da un poco igual a qué poblaciones vayas, pues la belleza no es lo que más caracteriza a los pueblos y ciudades selváticos… Sino su autenticidad. Es apasionante ver el modo de vida de sus gentes. Estos tres son los que conocí yo y los tres los recomiendo.
Trinidad (o Santísima Trinidad; foto de arriba). Bañada por el caudaloso río Mamoré, esta ciudad fundada a finales del siglo XVII por las misiones jesuitas es habitada hoy día por más de 100.000 habitantes, siendo la urbe más poblada y la capital del departamento del Beni. Cuenta con un agradable centro (plaza principal tropical) que la convierte en un buen alto en el camino hacia Rurrenabaque. Si tu destino es Brasil, puedes navegar el río Mamoré hasta Guayaramerín (alrededor de una semana de viaje). Yo no lo he hecho, pero tiene que ser un viaje espectacular atravesando la selva profunda.
San Ignacio de Moxos. Un pueblo grande del Beni fundado también por las misiones jesuitas a finales del siglo XVII. Una buena excursión es a la Laguna Isireri, en cuyas aguas cuenta la leyenda que se esconde un temible monstruo (una serpiente). Puedes acampar en la orilla si no te da miedo la leyenda y disfrutar, en cambio, de un paisaje y una puesta de sol monstruosa.
San Borja. Otro pueblo del Beni en el que puedes parar a echar un vistazo y disfrutar de sus gentes y su gastronomía. La Estación Biosférica del Beni queda a pocos kilómetros.
RURRENABAQUE Y PARQUE NACIONAL MADIDI
La joya de la selva boliviana para el viajero de a pie se llama Rurrenabaque (más bien sus alrededores), sobre el río Beni en el límite del departamento homónimo con el de La Paz. De entre los lugares de la selva boliviana, este es, sin duda, el más preparado para el turismo, con agencias que conectan tanto al Parque Nacional Madidi como a la Reserva Santa Rosa de Yacuma (hablo de ella en el próximo apartado), lo que permite explorar más la selva y su vida. “Rurre” es, además, más accesible, ya que se puede acceder desde La Paz (a unos 420 km, pero por una carretera que toma mínimo 8 horas). Además de recorrer las calles, otras actividades interesantes son pasear por las lindes del río Beni (avenida costanera) o cruzar a San Buenaventura (comunidad que queda justo enfrente), así como caminar por los alrededores (hay un sendero que lleva a un mirador y a un río con cascadas en plena selva).
El Parque Nacional Madidi es la atracción estrella. Este Parque en la amazonía ocupa el primer lugar en diversidad y número de especies del planeta, en gran parte debido a la cantidad de pisos ecológicos que alberga: desde nieves perpetuas hasta llanura amazónica. De ahí que sean tantos los que quieran acercarse a Rurrenabaque, a pocos kilómetros del área protegida. El acceso desde Rurre nos lleva a selva pura y dura (frondosa y cerrada), donde el avistamiento de fauna, no obstante, no suele ser fácil. Las excursiones varían de unos pocos días hasta una semana, en función de tu interés (y de tu bolsillo). Tres o cuatro días deberían ser suficientes si tu presupuesto es ajustado.
RESERVA SANTA ROSA DE YACUMA (PAMPAS)
A 100 km al norte de Rurre se encuentra el mayor espectáculo de fauna que jamás hayan visto mis ojos. Se trata de una Reserva del tipo Pampas (selva pantanosa) que queda a los pies de esta pequeña comunidad: Santa Rosa de Yacuma. A diferencia de la selva cerrada (como es el caso de Madidi), los animales aquí están más expuestos… Tanto es así que aquello parece un zoo sin rejas. El territorio es vasto y necesitas un guía que te lleve, pues las “autovías” son fluviales. Puedes contratar una excursión a través de una agencia en Rurrenabaque (las hay de varios días) o hablar con algún guía local directamente en Santa Rosa para que te dé un paseo. Sea como sea, no es caro ni siquiera para el bolsillo mochilero y es algo que tienes que hacer. Verás animales en su entorno natural, libres y salvajes. Y por todas partes: en el agua caimanes, delfines rosados, pirañas, capibaras, la cigüeña Jabiru (el pájaro volador más alto de Sudamérica); en los árboles habrá monos como saimiríes o capuchinos, aves, y quizás veas hasta algún oso perezoso; y por el aire más aves sobrevolando. Si tienes suerte verás incluso alguna anaconda. Fauna aparte, los paisajes son una barbaridad de bonitos… Y las puestas de sol son de cine.
GUAYARAMERÍN
Interesante población en la frontera con Brasil, ubicada en las márgenes del río Mamoré. Puedes viajar a Trinidad en barco (una semanita), a Rurrenabaque por carretera (vía Riberalta), o cruzar a Brasil. Esto último es lo que hicimos nosotros. ¡Vuelta a Brasil! Para seguir leyendo pincha aquí.
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